Mi querida familia, incluyéndome, je,je y a mi perrita Almendra |
Si alguien sabe de hermanos mayores, ¡esa soy yo! Me
anteceden ocho, lo que no es poco decir, pues cuentan por ahí que mi mamá y mi
papá insistieron en prolongar la prole hasta que apareciera la niña… ¡!Qué pena
con esa gente! ¡NUEVE HIJOS!! Bueno, gracias a eso, llegué yo, la menor, la
número 9. Niña y la más pequeña. Grandes y todos varones… Y bueno, tantas
veces, siendo niña, les decía a mis hermanos: “Yo quiero ir con ustedes a…”
Para obtener por respuesta: “No, eres muy chiquita, tú nos vas…” “Y eres niña…”
Una vez pensé: “Cuando yo crezca, no voy a salir con ellos, me voy a vengar,
voy a andar sola, solita, ¡sin esos bichos que no me quieren llevar a sus
fiestas y aquelarres! ¡Dejen que crezca! ¡Van a ver, me las voy a cobrar
toditas! ¡Con ellos, no andaré!
¡Y qué decir de las tareas! Después que murió mamá, ¡quién
se ponía conmigo a hacerlas! Cuando de un dibujo se trataba, trataba de apelar
a Marcos o Wilfredo, destacados en estos menesteres y la respuesta era más o
menos ésta: “Esa tarea no es mía”, “Haz tu vaina”, sobretodo del inefable
Wilfredo, quien nunca se ha caracterizado por la diplomacia vaticana. Y salía
un pedazo de dibujo, bastante feo, porque si bien en la palabra me las ganaba
todas, en matemáticas y dibujo estaba raspada…
Menos mal mi hermano mayor más cercano, al que yo bauticé
“mi hermanito” –será para joder a alguien… él que eche su cuento, el de la
pinza en la espalda, el del triciclo compartido, el de las arepas regaladas a
las maestras-, mi hermanito Mauricio, andaba cumpliendo su rol a cabalidad de
hermano mayor y el menor también, abrazados siempre por ahí, defendiéndome a
capa y espada, en suave y fraterna compañía.
Luego, finalmente, se fue la niñez y llegó la adolescencia.
Y con ella Carlos Marx, Sandino, Allende, el Centro de Cultura Popular, gracias
a Pier Angelo Rocco –el Padrecito-, muchos amigos “grandes” compartidos, como
Nemesia Cróquer, Papo, Lourdes Reverón. Montones de libros leídos, la poesía,
la parranda navideña y ya los mayores no eran tan mayores… Había un tú a tú con
Marcos –el líder del grupo, admirado hasta no más decir, el “nerd” como chismea
bajito Wil-, así como con el deslenguado de Wilfredo y el enamorado Ismar. Por
demás, yo era la cuatrista oficial y ya no podía ser excluida, porque para las
serenatas a las novias o bien se necesitaba mi presencia con el cuatro, o bien
al menos el susodicho instrumento prestado, lo cual me daba cierto poder…
Bien, han pasado muchas lunas, mucha agua debajo de los
puentes. Y claro, no pude ni podré cumplir mi promesa de “que no saldré nunca
con ellos cuando sea grande”. Si algo disfruto en esta vida, es a TODOS mis
hermanos mayores (Vidal, Tomás, Sergio, José, Marcos, Wilfredo, Ismar, Mauricio), je, je, a sus hijos, a sus nietos, que son también los míos.
¡Nunca podré vengarme! ¡Está clarísimo!
Carmen Isabel, la novena de Marcos e
Isabel.